En el mes dedicado a la memoria de Todos los Santos, la Familia Salesiana recuerda al Beato ArtemideZatti, SDB, y a la Beata Magdalena Morano, FMA.
13 de noviembre: Beato Artemide Zatti
Para Artemide Zatti, hombre sencillo y de origen humilde, el Hospital fue el lugar para ejercitar diariamente su virtud hasta un grado heroico. Corría en bicicleta por toda la ciudad, sin abandonar las periferias; veía a cada uno de sus pacientes como "un pequeño Jesús" del cual hacerse cargo con dedicación y amor. Rezaba mientras pedaleaba y ocupaba con el estudio y la lectura ascética las pocas horas de descanso que le quedaban. Incluso cuando iba a la cama, permanecía en completa disponibilidad a todas las llamadas.
Se ha dicho que su principal medicina fue el mismo: la actitud, las bromas, la alegría, el afecto. No quería solo administrar medicamentos, sino ayudar a los pacientes a ver en su situación un signo de la voluntad de Dios, especialmente cuando la muerte estaba cerca. No era solo un enfermero, sino un educador en la fe de cada persona, en los momentos de prueba y de enfermedad. Un "buen samaritano" al estilo de Don Bosco, "signo y portador del amor de Dios".
El recuerdo de Artemide Zatti, del cual Papa Francisco es gran devoto, nos invita a promover la vocación del salesiano coadjutor, sin la cual la Congregación Salesiana no sería la pensada y fundada por Don Bosco.
15 de noviembre: Beata Magdalena Morano
En Sicilia, en el cambio del siglo XIX y XX sor Magdalena Morano, Hija de María Auxiliadora, se destaca entre las figuras que más contribuyeron a la promoción humana y cristiana de los pobres. Su secreto estaba en su gran fe en Dios, que le permitió llevar adelante una febril actividad educativa y evangelizadora, catalizada por un proyecto de santidad para ser difundido a toda costa.
Intuyó claramente que el objetivo principal de todo el trabajo educativo consistía en facilitar el encuentro con el Señor del que dependía también la calidad de vida. Se preocupaba que sus hermanas cultivaran el "espíritu de oración" en las estudiantes; de ella se decía: "cuando oraba parecía un Serafín en oración, lo que nos empujaba a imitarla".
A pesar de que entre las chicas populares hubiese ignorancia religiosa, logró abrir el primer oratorio de Santa María del Auxilio y más tarde el de la parroquia de San Cósimo. bajo encargo del Card. Nava, Madre Morano trabajó durante nueve años en la catequesis parroquial, tanto que quiere llamarla "su obra".
El testimonio y la intercesión de la Beata Morano acrecienten entre los miembros de la Familia Salesiana, el deseo de comunicar la alegría de haber encontrado al Señor.