Alegría

Edgar Daniel Corona Escamilla

Es un estado de ánimo producido por un acontecimiento favorable que suele manifestarse con signos exteriores como la sonrisa, un buen estado de ánimo y el bienestar personal. La palabra alegría proviene del latín alicer o alecris que significa “vivo y animado.”

Hay muchas maneras de expresar y sentir alegría, queremos hablarte de dos temas “La alegría a través del juego y el deporte así como la alegría para Don Bosco”

El deporte genera muchos más beneficios, que los beneficios físicos. También afecta a nuestra mente. Nos ayuda a relajarnos y olvidarnos de los problemas derivados de una vida estresante como la que vivimos en la actualidad. La ansiedad, los nervios, el insomnio, la depresión, etc…

El mundo del deporte conlleva ampliar tu círculo social con personas sanas y saludables, alejadas de la mala vida y los hábitos poco saludables como fumar o beber alcohol.
 
Quienes realizamos actividad física o ejercicio con regularidad sabemos que posterior a éste y por un largo tiempo después, experimentamos una sensación de felicidad que nos empuja a repetir la acción y volver al movimiento. Hoy te contamos las hormonas responsables de esa sensación de bienestar que sentimos tras el ejercicio.

  • Serotonina: Es una sustancia que influye notablemente en nuestro estado de ánimo y que se libera tras realizar actividad física
  • Dopamina: Es una hormona vinculada a las adicciones nos permite experimentar una sensación placentera
  • Endorfinas: Son las más populares de todas y son aquellas que tras el ejercicio, nos permiten sentir felicidad, alegría y hasta euforia
En conclusión; como podemos ver gracias a las hormonas responsables del bienestar que genera el ejercicio experimentamos con la actividad regular un estado temporal de felicidad, relajación, placer y menos ansiedad, estrés y mal humor.

Don Bosco promovía el juego en el patio del Oratorio de Valdocco a manera de ejercicio; sin duda, él veía que verlos en movimiento significaba verlos alegres. De allí su herencia en los colegios salesianos donde el patio es un lugar donde reina la alegría tanto en recesos como en actividades deportivas. 


La alegría para Don Bosco.

«El santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor. Sin perder el realismo, ilumina a los demás con un espíritu positivo y esperanzado»

Escuchemos a Don Bosco…

«Me conocen en todo el mundo como un santo que ha sembrado a manos llenas mucha felicidad. Así, como ha escrito alguno que me conocía muy bien, he hecho de la alegría cristiana el undécimo mandamiento. La experiencia me ha convencido que no es posible un trabajo educativo sin esta maravillosa motivación, este estupendo camino que es la alegría.

Te estoy hablando de la felicidad verdadera, aquella que nace del corazón de quien se deja guiar por el Señor. La risa estruendosa, el ruido inoportuno son cosas de un momento; la alegría del cual te hablo viene de dentro, y permanece porque viene de Jesús, cuando es acogido sin reservas. Siempre acostumbraba afirmar “Estén alegres, pero que su alegría esté lejos del pecado”. Y para que mis muchachos estuvieran plenamente convencidos agregaba. “Si quieren que su vida sea alegre y tranquila, deben estar en gracia de Dios, porque el corazón del joven que está en pecado es como el mar en continua agitación”. Les recordaba siempre que la “alegría nace de la paz del corazón”. Insistía: “Yo no quiero otra cosa de los jóvenes sino que sean buenos y que estén siempre alegres”.

Esperaba a mis muchachos el domingo en la mañana en Valdoco; era para mí una fiesta. Cuando bajaba al encuentro con los limpiachimeneas, los albañiles, los obreros de mil trabajos, venían por los juegos, por un pedazo de pan y un trozo de salchicha, para pasar un jornada diferente, pero sobre todo, y yo lo sabía, llegaban porque había un sacerdote que los amaba y que sabía gastar horas y horas para hacerlos felices.

Lo sé: alguno, a veces, me presenta como el eterno saltimbanqui de los Becchi y piensa que me hace un gran favor. Sin embargo es una imagen reductiva de mi ideal. Los juegos, los paseos, la banda de música, las representaciones teatrales, las fiestas eran un medio, no un fin. Yo tenía en mente aquello que ciertamente escribía a mis muchachos: “Uno sólo es mi deseo: verlos felices en el tiempo y en la eternidad”.

Por eso entenderán a aquel maravilloso muchachito que es Domingo Savio y a quien yo le había señalado la alegría como un camino de auténtica santidad. Y él había entendido, cuando explicaba a su amigo que apenas llegaba a Valdocco y se encontraba completamente confundido: “Sabes que nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres: Procuramos solamente evitar el pecado, como un gran enemigo que nos roba la gracia de Dios y la paz del corazón, y cumplir fielmente nuestros deberes”. Este estupendo adolescente, rico de gracia y de bondad, no hacía otra cosa que presentar a su amigo Camilo Gavio el idéntico camino de santidad juvenil que le había sido propuesto algún mes antes.

Quien posee a Jesús vive en la alegría. Y yo no lo haría con el rostro desagradable, sombrío y brusco. Los jóvenes tenían necesidad de saber que para mi la alegría era algo tremendamente serio. Que el patio era mi biblioteca, mi cátedra donde yo era al mismo tiempo profesor y alumno. Que la alegría es ley fundamental de la juventud. Entiendes ahora la importancia que yo le daba a las celebraciones de las fiestas, sagradas o profanas: ellas poseían una enorme carga pedagógica y terminaban por hablar al corazón, valoraba el teatro, la música, el canto».

Don Bosco
Por Pascual Chávez Villanueva