“Busquen la justicia, socorran al oprimido,
protejan el derecho del huérfano,
defiendan a la viuda” (Is 1, 17)
En esta pandemia Jesús continúa mostrándonos el camino de la construcción de una sociedad fraterna. Dios no ha dejado de llamar. En el sufrimiento, la enfermedad y el dolor, el llamado se hace más apremiante. Porque si antes de la pandemia ya había sectores de la población lastimados por no contar con lo necesario para vivir, ahora esta situación se ha agravado.
Cada año la iglesia nos invita a prepararnos para hacer de la Navidad un momento excepcional, un momento distinto a lo que a diario vivimos. Los signos navideños acompañan este ambiente tan peculiar: la corona de adviento, el árbol de navidad, el nacimiento, la nochebuena, etc. Sin embargo, también se nos recuerda que la Navidad es más que eso.
Vivir la Navidad es descubrir a Dios en los signos de la realidad, en los hechos que marcan nuestro tiempo, en la justicia y solidaridad, en el compartir y dar la mano al que lo necesita.
El Papa Francisco es claro cuando escribe que “toda justicia se expresa buscando la justicia para los pobres y los débiles” (Sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, No. 79).
También en los evangelios que meditamos los días previos a esta fiesta, Dios invita una y otra vez a “estar atentos” porque Él quiere habitar una y otra vez en nuestro corazón maltrecho por el pecado de indiferencia.
Hagamos de esta Navidad una fiesta con sentido humano y solidario, con compromiso cristiano y justicia evangélica y con el Papa Francisco reconozcamos que “hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos” (Todos hermanos, No. 77).
¡Gracias por hacer de esta Navidad una Navidad diferente!