Desde la niñez aprendemos a tener disciplina por medio del juego lúdico, seguimos las reglas, lo que se puede y no se puede hacer durante la actividad.
Conforme crecemos y nos adentramos en alguna actividad deportiva vamos adquiriendo una mayor cantidad de recursos que nos van haciendo mejores en la evolución del deporte y como se van mejorando las capacidades y habilidades físicas, técnicas, tácticas, psicológicas, sociales y espirituales.
Al tener la práctica deportiva los niños desarrollan aspectos disciplinarios como:
- La fuerza de voluntad en las rutinas, antes, durante y después, de cada entrenamiento.
- Se aprende a seguir indicaciones de los entrenadores, jueces, las reglas de juego, sus límites, el análisis y las oportunidades para mejorar.
- Organiza sus responsabilidades para lograr un equilibrio entre la vida personal, deportiva, escolar, familiar, amistades, tiempo libre y de diversión.
- Se compromete con la actividad creando hábitos saludables que forman parte de su vida cotidiana.
- Crea valores deportivos de respeto hacia sus compañeros, entrenadores, contrincantes, árbitros y asistentes a sus competencias deportivas.
- Genera metas a corto, mediano y largo plazo con enfoque, concentración y planeación para lograrlas.
- Dedica tiempo a su recuperación física y mental con descanso y alimentación adecuados a su deporte o en periodos de lesión.
Es así como el deporte ayuda a formar una disciplina en la vida de los niños para tener un mejor desarrollo personal, social y espiritual, más que un trofeo en las vitrinas.