"La devoción a María Auxiliadora"

Profr. José Alberto Hernández Torres

Don Bosco fue el gran impulsor de la devoción y el cariño a María Auxiliadora. Su experiencia de fe estuvo marcada desde un inicio por la presencia de la Virgen María en su vida y en sus proyectos tanto personales como comunitarios y eclesiales.

Él comenzó a utilizar el título de “Auxiliadora” hasta que ya habían pasado algunos años de su trabajo. Al principio, prefería llamar a la Virgen como “Inmaculada” pero gracias al documento, “Memorias del Oratorio” sabemos que esta advocación se fue haciendo presente conforme iba teniendo conciencia de su vocación sacerdotal y posteriormente se afianzó cuando funda la congregación.

Un acontecimiento fundamental fue la construcción de la Basílica de María Auxiliadora, en Turín y su consagración el 9 de junio de 1868. La historia de este templo conlleva una sucesión de favores de la Virgen María. Don Bosco empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos, pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos que en sólo cuatro años estuvo terminada la obra; el hoy santo solía repetir: “cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen”. El templo concluido se consideró todo un acontecimiento simbólico

Desde aquél santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la madre de Dios bajo el título de Auxiliadora y son tantos los favores que la Virgen concede a quienes la invocan con ese título, que esta devoción ha llegado a ser una de las más populares. San Juan Bosco decía: “propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros” y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña jaculatoria: “María Auxiliadora, rogad por nosotros."

Para los salesianos y para todos los que colaboramos en alguna obra de esta congregación, la devoción a María Auxiliadora constituye uno de los rasgos distintivos de nuestra identidad espiritual, tal como acreditan las propias Constituciones Salesianas.

• Para contribuir a la salvación de la juventud -la porción más delicada y valiosa de la sociedad humana-, el Espíritu Santo suscitó, con la intervención materna de María, a San Juan Bosco. (Const. 1). 

• La Virgen María indicó a Don Bosco su campo de acción entre los jóvenes, y lo guío y sostuvo constantemente, sobre todo, en la fundación de nuestra Sociedad. Creemos que María está presente entre nosotros y continúa su misión de madre de la Iglesia y Auxiliadora de los cristianos. Nos confiamos a ella, humilde sierva en la que el Señor hizo obras grandes para ser, entre los jóvenes, testigos del amor inagotable de su Hijo. (Const. 8).

• Don Bosco confió nuestra Sociedad, de modo especial, a María a quien declaró patrona principal (Const. 9).

• Caminamos con los jóvenes para llevarlos a la persona del Señor resucitado, de modo que, descubriendo en Él y en su evangelio el sentido supremo de su propia existencia. La Virgen María es una presencia materna en este camino. La hacemos conocer y amar como a la mujer que creyó y que auxilia e infunde esperanza. (Const. 34)

• María, madre de Dios, ocupa un puesto singular en la historia de la salvación. Es modelo de oración y de caridad pastoral, maestra de sabiduría y guía de nuestra familia. Contemplamos e imitamos su fe, la solicitud por los necesitados, la fidelidad en la hora de la cruz y el gozo por las maravillas realizadas por el Padre. María Inmaculada y Auxiliadora nos educa para la donación plena al Señor y nos alienta en el servicio a los hermanos. Le profesamos una devoción filial y fuerte. (Const. 92) 

• Con la ayuda de María, madre y maestra, el salesiano se esfuerza por llegar a ser educador pastor de los jóvenes en la forma laical o sacerdotal que le es propia. (Const. 98)

La espiritualidad y el carisma salesianos brota de la presencia amorosa de la madre de Jesús como “Auxiliadora”, a ella la descubrimos cada vez que nos encontramos con la palabra de Dios, en particular en el Nuevo Testamento; se presenta como la mujer orante, con la esperanza puesta en un Dios cercano, compasivo y solidario con el dolor de los demás.  

Tiene una presencia significativa para la iglesia primitiva, ella no sólo acompaña a Jesús en su vida pública, sino que ánima a la comunidad a vivir con intensidad la Resurrección: el proyecto salvífico de Dios encarnado en la historia y proyectado de manera programática en la iglesia. 

Fuente: https://www.pinardi.com/por-que-maria-auxiliadora/