Mayo celebra a Santos Salesianos

Mayo es un mes significativamente importante para la Obra de Don Bosco. El 6 es el día de Domingo Savio, el 11 recordamos el fallecimiento de Ceferino Namuncurá, el 13 celebramos a María Mazzarello, co-fundadora con Don Bosco del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, y el 24 es el día de María Auxiliadora, patrona de toda la Obra Salesiana.

Todos estos acontecimientos se entrelazan: en Domingo Savio y en Ceferino vemos el resultado de las preocupaciones educativas de Don Bosco. María Mazzarello es expresión de todos aquellos que quieren trabajar junto con Don Bosco en la educación de los niños y niñas que más necesitan. Y María Auxiliadora es la que orienta la misión: “debes ocuparte de ellos”.

Don Bosco nos convidó una santidad original, hecha de sencillez y simpatía. Una santidad que nos invita a ser humildes, buenos, sencillos y cercanos. Maneras que adoptaron Domingo, Ceferino y María Mazzarello.

Don Bosco decía que “es voluntad de Dios que todos seamos santos; es muy fácil conseguirlo; a los santos les está preparado un gran premio en el cielo”.

Hoy, tras las huellas de Don Bosco y siguiendo estos ejemplos, como Familia Salesiana trabajamos para acompañar a los jóvenes en el camino de la santidad, en donde ellos puedan desarrollar todas sus capacidades, vivan haciendo el bien a todos y el mal a nadie y sean auténticos “buenos cristianos y honrados ciudadanos”.






Domingo Savio

Beatificado el 5-3-50
Canonizado el 12-6-54
Celebración litúrgica el 6 de mayo 



Domingo nació el 2 de abril de 1842, en San Juan de Riva, cerca de Chieri (Turín). Habiendo crecido en una familia rica de valores, desde pequeño impresionó muchísimo por su madurez humana y cristiana. Esperaba al sacerdote fuera de la iglesia, aun bajo la nieve, para ayudar la santa misa. Estaba siempre alegre. Había tomado con seriedad la vida, tanto que – habiendo sido admitido a la Primera Comunión, a la edad de sólo siete años – trazó en un cuadernito su programa de vida: “Me confesaré con frecuencia y comulgaré cuantas veces mi confesor me lo permita. Quiero santificar los domingos y fiestas de guardar. Mis amigos serán Jesús y María. La muerte antes que pecar”.

A los 12 años, se encontró con Don Bosco y le pidió que lo admitiera a su Oratorio de Turín porque deseaba ardientemente estudiar para llegar a ser sacerdote. Don Bosco, admirado le dijo: “Me parece que hay buena tela”. “Entonces yo seré la tela y usted el sastre”, había respondido Domingo.

Don Bosco lo aceptó en el Oratorio de Turín y Domingo le pidió que lo ayudara a “hacerse santo”. Apacible, siempre sereno y alegre, hacía grandes esfuerzos para cumplir con sus deberes de estudiante y para ayudar a sus compañeros en todos los modos posibles, enseñándoles el Catecismo, atendiendo a los enfermos y apaciguando las peleas.

A los compañeros nuevos que llegaban al Oratorio les decía: “Debes saber que aquí hacemos consistir la santidad en estar muy alegres. Sólo tratamos de evitar el pecado, que es el gran enemigo que nos roba la gracia de Dios y la paz del corazón, y tratamos de cumplir exactamente con nuestros deberes”.

Murió en Mondonio, el 9 de marzo de 1857. Don Bosco escribió su biografía y lloraba cada vez que la leía. Sus restos están en la Basílica de María Auxiliadora en Turín.

Su fiesta se celebra el 6 de mayo. El Papa Pío XI lo definió “Pequeño, o más bien, grande gigante del espíritu”, Es el patrono de los niños cantores y de las mamás que esperan tener un bebé, y por su intercesión se realizan cada año un número sorprendente de gracias.

Beatificado en Roma el 5 de marzo de 1950 por Pío XII y canonizado el 12 de junio de 1954 por el mismo Papa.



María D. Mazzarello

Beatificado 20-11-38
Canonizado en 24-6-51
Celebración litúrgica el 13 de mayo 



María Domenica nació en Mornese, en la provincia de Alessandria, el 9 de mayo de 1837 en una gran familia campesina.

Equipada con una fuerza física poco común, desde que era una niña trabajó en los campos con su padre Giuseppe: "Como Dios no nos deja perder el pan, debemos orar y trabajar", dijo.

Gracias a la educación profundamente cristiana recibida en la familia, María hace grandes sacrificios para encontrarse diariamente con Jesús en la Eucaristía: "Sin él no podría vivir". En 1860 llega el tifus a Mornese. Su confesor, Don Pestarino, le pidió ayuda para tratar a algunos familiares de la familia Mazzarello. María acepta, pero se enferma. Cura inesperadamente, pero pierde la fuerza física del pasado, pero no la fe. Caminando por la calle tiene una visión misteriosa: un gran edificio con muchas chicas corriendo en el patio y una voz que le dice: "Te las estoy dando".

Ya no puede ser agricultora, de acuerdo con su amiga Petronilla, ella decide convertirse en costurera para enseñar a coser a las chicas pobres. El Espíritu Santo formó un corazón maternal en ella. Prudente y sabio, educó a las niñas con amor preventivo. El pequeño taller se abrió, como también le sucedió a Don Bosco, y el Señor le envió a los primeros huérfanos a dar la bienvenida. Llegan los primeros colaboradores, a quienes Don Pestarino llamará las Hijas de la Inmaculada.

Don Bosco llegó a Mornese con su juventud en 1864 para abrir una universidad para los niños de la ciudad. María lo mira y exclama: "Don Bosco es un santo, y lo siento". Don Bosco visita el pequeño laboratorio de las Hijas de la Inmaculada y está muy impresionado.

Pío IX le pidió a Don Bosco que fundara un instituto femenino, y él, convocando a Don Pestarino, eligió a las Hijas de la Inmaculada Concepción y las envió a la universidad de nueva construcción. María y sus compañeros sufren hambre, también debido a la hostilidad inicial de sus compañeros aldeanos, pero siempre son alegres y su fe nunca vacila.

El Instituto crece y pulula y se abren las primeras casas, las primeras misiones en América. María se llama "la madre". A pesar de que es simple y comprensivo con todos, siempre da el ejemplo incluso en los trabajos más humildes.

Con su sabiduría dirige la espiritualidad del Instituto, encarnando el carisma dado a Don Bosco en las Hijas de María Auxiliadora.

Murió en Nizza Monferrato el 14 de mayo de 1881, a la edad de 44 años. A su muerte, el Instituto ya contaba con 165 hermanas y 65 novicias repartidas en 28 casas (19 en Italia, 3 en Francia y 6 en América).

Fue beatificada por Pío XI en 1938 y canonizada por Pío XII el 24 de junio de 1951.