Volvamos a ser niños con nuestros hijos

Profra. Iliana Eunice Juárez Sánchez

Jugar es fundamental para la vida de todo niño, pero no sólo es exclusiva para ellos, en los adultos jugar nos permite desarrollar muchas habilidades que con el tiempo vamos dejando de lado por la rutina diaria o simplemente por el hecho de que creemos que es sólo para los más pequeños, sin embargo, puede proporcionarnos una forma de ver la vida de manera positiva o simplemente de aprender a tolerar la frustración.

Como adultos, dejamos de tomarle importancia a disfrutar momentos de nuestra vida, y más en familia, algunas veces mencionamos frases negativas como “Te pasas todo el día jugando, “Haz algo de provecho”, “Todo te lo tomas a juego, nada es serio para ti” o esa otra que se dice “Conmigo no se juega”, todas estas frases, entre otras, van colocándose en el inconsciente de los niños, niños que en un futuro serán adultos que las repetirán y que seguirán viendo el juego como una pérdida de tiempo. 

Sin embargo, el juego no es una pérdida de tiempo, todo lo contrario, es la oportunidad que tenemos de convivir en familia y conocer más a nuestros hijos, de enseñarles que debemos compartir momentos de alegría y de distracción, de aprender y permitirnos, como adultos, disfrutar esos momentos de esparcimiento que nos proporcionarán mayor alegría y tiempos de calidad con nuestros hijos, de relajarnos y disfrutar como cuando lo hacíamos de niños, pues esto nos proporcionará mayor energía y alegría.

En la actualidad estamos tan sumergidos en nuestro trabajo que preferimos dar un celular a nuestros hijos, se ha convertido en la nana de nuestros pequeños, con esto nos estamos privando de mantener relaciones sanas con ellos y de tener un acercamiento hacia sus gustos, los estamos arrojando al mundo cibernético, que si bien nos ha facilitado la vida y acercado a un mundo inimaginable al cual no podíamos acceder, también los estamos poniendo en riesgo, pues los estamos exponiendo a depredadores de todo tipo.

Tenemos la oportunidad de disfrutar con ellos su infancia o adolescencia, acerquémonos a ellos cada vez que nos inviten a participar de su vida, permitámonos una vez por semana, mínimo, disfrutar un juego de mesa o uno al aire libre, concentrándonos en ese tiempo maravilloso que ya no regresará y dejando de lado el “tengo que” para decir “disfruto de...”, serán momentos inolvidables que quedarán en su memoria y lo pasarán de generación en generación; tal vez no todo fluya en positivo pero aunque no sea así, eso también es una oportunidad de descubrir que dentro de una discrepancia existe la posibilidad de aprender y enseñar nuevas técnicas de solución de conflicto de manera pacífica que los ayudarán a manejarse en su vida cotidiana.

Disfrutemos cada juego con nuestros hijos y enseñémosles los que jugábamos nosotros también de niños pues las complicidades que se dan en el juego conforman los vínculos de la comprensión, la comunicación y el amor.

Te invito a que pases tiempo de calidad con ellos y recuerdes cómo tú también disfrutabas momentos de calidad con tus papás.